Nacional Politica

El qué y porque desde Washington: ¿Será presidente de México una mujer?

En las encuestas mexicanas para las elecciones presidenciales del 2024, Claudia Sheinbaum, la actual jefe de Gobierno de la Ciudad de México aparece como la candidata favorita del partido “Morena” o Movimiento Regeneración Nacional, para competir y ganar la presidencia de México en las elecciones nacionales del 2024.

Considere usted que desde las pasadas elecciones de junio del 2022 el dominio nacional del partido político “Morena”, creado por el actual presidente de México como su vehículo político es casi absoluto, gobierna 21 de los 32 estados que conforman la república mexicana además de la Ciudad de México, y así, muy probablemente el candidato o candidata de Morena, será quien gane la presidencia mexicana en las elecciones del primero de octubre del 2024.

Los diez estados restantes están divididos: cinco son gobernados por el Partido Acción Nacional, PAN que aglutina lo que queda de la derecha, tres más son gobernados por lo que queda del Partido Revolucionario Institucional o PRI y por Movimiento Ciudadano y un estado más, San Luis Potosí, está gobernado por el Partido Verde, que es un partido aliado a Morena.

El próximo año, del 2023, Coahuila y el Estado de México, dos de los estados hoy gobernados por el PRI, acudirán a las urnas.

¿Qué está pasando con Marcelo Ebrard?

Lo que es sorprendente de estas encuestas, es que ponen a la doctora Sheinbaum, por delante de Marcelo Ebrard, el Canciller de México, que durante el actual gobierno ha ejercido más las funciones de vicepresidente que las de su puesto oficial de secretario de Relaciones Exteriores.

Cuando usted analiza las encuestas, la doctora Sheinbaum surge con 31 puntos a favor y Marcelo Ebrard con 29 puntos. Claro que cuando se toma en cuenta el margen de error que es mayor de 3 puntos, el resultado de la encuesta se convierte en un empate.

Pero, aun así, vale la pena preguntar:

¿Por qué Ebrard no registra aún como el candidato favorito de los mexicanos?

¿Por qué no está dominando?

¿Qué es lo que no le gusta a la gente de su Canciller?

Hay otras mujeres en la lista de presidenciables

La doctora Sheinbaum no es la única mujer que podría ser candidata a la presidencia. Hay otras en su partido y en la oposición que son ya hoy precandidatas y de las que los mexicanos ya hablan.

Y con eso y todo lo anterior me parece prudente empezar quitando de en medio la pregunta de si México está listo para tener a una mujer presidente. Parece una necedad preguntarlo por qué la evidencia demuestra que lo está.

Los mexicanos ya se acostumbraron a ver y respetar a las mujeres con poder

Solo vea usted las listas de mujeres directoras de empresas mexicanas, cada vez hay más. Y entre ellas, aun las que heredaron la empresa de su papá, no la han tenido fácil y han necesitado mostrar que son la mejor opción. Considere usted que las mujeres directoras de empresa tienen que subir la escalera empresarial todos los días y quitar de en medio a montones de ejecutivos varones educados y ambiciosos, y después han tenido que dar resultados, multiplicando las ganancias y el valor de las acciones y los activos de esos negocios también, todos los días, y a nadie se le ha ocurrido preguntar si esas mujeres están capacitadas para estar en esos puestos. Y si los consejos de administración están listos para confiarles a las mujeres el timón empresarial.

Hasta el muy voluble medio de las noticias de televisión, se ha llenado de mujeres ejecutivas, directoras editoras, productoras ejecutivas y a nadie se le ocurre poner en duda su capacidad, afirmando lo anterior:

Es obvio que los mexicanos están listos para tener a una mujer presidente.

Ahora, usted no necesita decirme que la dirección empresarial y el liderazgo político de los cargos públicos son dos animales distintos. No solo lo sé, sino que lo proclamo cada vez que es pertinente, como hoy.

Sin embargo, eso no impide que aclaremos que, en las empresas, hay que dar resultados y en la política electoral, de lo que se trata es de prometer mucho y de caerle bien a los votantes.

Por eso vale la pena desmenuzar parte del trabajo de Claudia Sheinbaum dirigiendo la capital mexicana y para eso nada mejor que el muy importante aspecto de la seguridad pública, que en la Ciudad de México muestra enormes carencias. Por ejemplo, la policía está involucrada en una serie de acciones de cumplimiento contra algunas de las redes más grandes de organizaciones criminales que operan en la ciudad como La Unión Tepito y el Cartel de Tláhuac, y si esto lo sabemos los periodistas, le aseguro a usted que lo saben los dirigentes políticos mexicanos.

Saben también que en la Ciudad de México, para ejecutar operaciones criminales, así como para combatirlas, la fuerza pública depende de la policía en donde existen hoy más de 83.000 oficiales, un número tan grande que es casi el doble del tamaño de toda la Armada de México.

Desgraciadamente dentro de esa policía hay líderes que usan el poder público para controlar y extorsionar a las mafias locales para sus propios fines, y aun así la jefa de Gobierno ha proclamado en entrevistas con la prensa internacional que ella… “No ve necesidad de cambiar de rumbo”.

La doctora Sheinbaum, que hasta hace unos años trabajaba como Ingeniero en cuidado ambiental en la Universidad Nacional Autónoma de México, empezó a involucrarse en la política en la década de los 80’s y siendo activista estudiantil, fue parte del movimiento que fundó el Partido de la Revolución Democrática, el primer partido moderno de oposición de izquierda en México.

En el 2015, trabajando como líder comunitaria se convirtió en jefa delegacional de Tlalpan en el sur de la Ciudad de México y eso la llevó a ser Secretaria del Medio Ambiente de la Ciudad de México, cuando el actual presidente de México era jefe de gobierno de la Ciudad de México y en ese puesto, ella supervisó la construcción del segundo piso de Periférico y la implantación del Metrobús.

Desde entonces el presidente López Obrador y la doctora Sheinbaum tan desarrollado una relación tan cercana que algunos dicen es comparable a la de un padre con su hija. Lo relevante de esto, es si eso lo cegaría para ver que México necesita tomar un rumbo distinto antes de que sea muy tarde.

Claudia Sheinbaum dice que, en casa de sus abuelos, que fueron migrantes de Lituania y Bulgaria, ella participaba en todos los ritos judíos de la familia. Sin embargo, hoy la gente que la conoce dice, que, aun siendo judía, ella no practica ningún rito religioso. Esto lo menciono de paso aquí, porque curiosamente, en un país lleno de católicos practicantes, el que sus dirigentes sean gente que lleva su fe a flor de piel, no parece importar.

Hay un total de 23 posibles aspirantes a las candidaturas que eventualmente podrían llegar a competir por la presidencia mexicana, y aunque no es importante mencionar si los mexicanos están listos o necesitan a una mujer que dirija su gobierno, lo que si es necesario es que los mexicanos acepten que su país está en llamas y que no necesitan de una mujer o de un hombre, sino de alguien que sepa resolver los serios problemas que tiene el país.

La próxima o próximo presidente de México tendrá que detener la inflación galopante, el enorme desempleo, la falta de confianza internacional en las inversiones, los descalabros económicos, la falta de seguridad, la impunidad, y el total resquebrajamiento del estado de derecho.

México, siendo un país importante en el extranjero, desde fuera se ve como un país abrazado por un incendio de drogas, violencia, corrupción, carencias, e inseguridad extrema. Lo que México necesita es un bombero que no solo sepa apagar el incendio, sino que sepa después, cómo reconstruir a todo el país.

A Claudia Sheinbaum y a los otros 22 posibles candidatos les quedan unos meses para demostrar que es lo que harían diferente en el próximo sexenio del 2024 al 2030.

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Cultural

Los ataques de la Alemania nazi que llevaron a México a entrar en la Segunda Guerra Mundial hace 80 años (y el momento transformador que generó para el país)Pero el suceso a la postre también representaría un parteaguas de una época transformadora para la sociedad y economía mexicana. “Si algo cambió la cara de México en el siglo XX, fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial”, le dice a BBC Mundo el historiador César Valdez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Y es que el hundimiento del Potrero del Llano -y otro buque más, el Faja de Oro, siete días después- llevaron al México de la preguerra, con un desarrollo lento, a industrializarse y sentar las bases de lo que hoy es un vigoroso intercambio económico con Estados Unidos. Una potencia con la que comparte frontera y que hasta ese entonces despertaba un gran sentimiento de antagonismo entre los mexicanos de la época. Los hundimientos México, al igual que muchos países de América Latina, se habían mantenido al margen de la Segunda Guerra Mundial desde que estalló el conflicto en septiembre de 1939. La postura entre los países de América Latina era de no intervención, aunque muchos gobiernos -entre ellos el mexicano- sí condenaron las invasiones de la Alemania nazi.La Alemania nazi de Adolf Hitler no mostró un plan claro para incluir a México en su bando, pero hubo algunos intentos de inteligencia. Pero el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, cambió las cosas. Estados Unidos entró en la guerra y los países del continente comenzaron a enfrentar presiones para definirse. México, siendo el país a las puertas del territorio estadounidense, estaba en una posición compleja. “Estados Unidos hace un montón de informes de inteligencia y se los manda a México. Había nombres de empresarios, de políticos, de descendientes de alemanes”, señala Valdez. En esas circunstancias se dio el hundimiento de los buques petroleros mexicanos por parte de submarinos alemanes que ya tenían presencia en aguas cercanas a los países de América. El Faja de Oro sufrió una suerte similar al Potrero del Llano: el 20 de mayo, un submarino alemán U-106 hundió al barco en el estrecho de Florida y murieron 9 de los 37 tripulantes. “El hundimiento de los barcos mexicanos no es un caso aislado”, le explica a BBC Mundo el historiador Veremundo Carrillo-Reveles, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). “Hay toda una estrategia por parte del ejército alemán por tratar de cortar todos los suministros que se están enviando, de petróleo y de otros productos básicos, hacia Inglaterra”, añade.Barcos de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia y Venezuela también fueron hundidos en el Atlántico. La declaración de guerra Ante la nula respuesta alemana a la exigencia de compensación por parte de México, el gobierno de Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso una declaración de guerra. “Se declara que, a partir del día 22 de mayo de 1942, existe un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón”, establecía el documento. “El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde se repitió el atentado frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del derecho de gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra patria”, le dijo el presidente Ávila Camacho a la nación.En los hechos, el país no esperaba ni tenía capacidad de enviar una fuerza militar al frentede batalla en Europa, Asia o los océanos, pues el ejército mexicano en realidad era muy limitado. Había unos 50.000 efectivos que no conformaban brigadas ni divisiones, y la aviación contaba con solo 25 aviones, por lo que no había posibilidades de abrir una ofensiva. La defensa del país era igual de limitada. “El país no tenía fuerza antiaérea para repeler cualquier ataque del Pacífico”, señala Valdez, pues la principal preocupación del momento era la llegada de Japón a las costas mexicanas. Si bien para EE.UU. era bueno contar con México entre los aliados, la endeble posición militar del país se convirtió en una situación de cuidado.La declaracón de estado de guerra de México se conserva en el Archivo General de la Nación de México. “Para Estados Unidos esto es terrible, porque desconfían plenamente del gobierno mexicano y de su ejército. Entonces lo primero que comienzan a hacer es a sugerirle a México que transforme determinados rasgos de sus fuerzas armadas”, explica Valdez. A través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos, EE.UU. empezó a ofrecer recursos económicos, provisiones militares y asistencia técnica para reforzar la posición de México. “México modifica totalmente su sistema de defensa, creando tres comandos: Pacífico, Golfo e Istmo. Teníamos cubierta la posible invasión japonesa por el Pacífico, resguardando el petróleo en el golfo de México, y el Istmo por la posible entrada por Centroamérica”, explica Valdez. Una lanzadera de desarrollo Además del mejoramiento militar, México vivió a partir de la entrada en la guerra un momento único de desarrollo económico que transformaría la realidad del país en poco tiempo. Y es que el país entró en una época de industrialización que en los esfuerzos de guerra era muy necesaria para proveer a Estados Unidos y los aliados de recursos. “Fue un momento crucial para la historia del siglo XX mexicano, porque se acelera tu industrialización por las necesidades de la guerra”, explica Carrillo-Reveles.El presidente Manuel Ávila Camacho encontró una punto de apoyo importante para negociar con EE.UU. al ser México un país estratégico en la región. “Entran muchísimas divisas que ayudan a que el país tenga un despegue”, añade. Además, comenzó el programa “Braceros” que permitió a decenas de miles de mexicanos trabajar legalmente en Estados Unidos, lo que dio pie a la primera gran migración a ese país. “Se van a trabajar no solo en los campos agrícolas, sino también en los ferrocarriles, en la industria”. Estados Unidos no podía permitirse que el país vecino cayera en el bando contrario, por lo que le dedicó buena parte de su atención. “Probablemente hubo cierta dosis de presión norteamericana para entrar [en la guerra]. Pero lo que no deja de llamar la atención es cómo estos políticos mexicanos aprovechan ese contexto para lanzar económicamente a México, que va a irse consolidando en los siguientes años”, señala Valdez. En los siguientes 20 años, México vivió un crecimiento económico notable que llegó a llamarse el “milagro mexicano”.Estados Unidos dio la bienvenida a miles de trabajadores mexicanos durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, “a México lo siguen viendo en el contexto internacional como un país de sombreros y pistolas”, dice Valdez. La vieja enemistad Más allá de los acuerdos políticos, entrar en la guerra no era algo popular para el pueblo mexicano. Una encuesta, de las primeras que hubo en el país, explica Carrillo-Reveles, mostraba que cerca del 70% de los mexicanos no apoyaba el que México participara en la Segunda Guerra Mundial. Y acompañar a Estados Unidos en un esfuerzo bélico era igual de impopular. En la década de 1930 se cumplió un siglo de la anexión de Texas por parte de EE.UU. y estaba por llegar el centenario de la guerra con Estados Unidos en la que México perdió la mitad de su territorio (1848). “Había un sentimiento histórico antiestadounidense muy fuerte, y también antibritánico, porque hay que recordar que después de la expropiación petrolera de 1938, Inglaterra rompe relaciones con México”, señala Carrillo-Reveles.Además, el gobierno mexicano enfrentaba inestabilidad política, tanto por los grupos opositores de los sectores de la izquierda, incluidos los comunistas, como de los derechistas, con grupos alineados a la ideología fascista. La guerra, sin embargo, fue aprovechada por el gobierno para cerrar flancos: “Surge la oportunidad de transformar el discurso de enfrentamiento político que provoca el cardenismo [del gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940] en una política de unidad nacional para los mexicanos”, indica Carrillo-Reveles. Y hubo una muy intensa campaña de propaganda gubernamental -apoyada desde EE.UU., advierte Valdez- para convencer a los mexicanos de las razones de estar con los aliados. “No hay secretaría de Estado mexicana que no haya impreso un cartel donde la bandera mexicana y la norteamericana aparezcan juntas. Pero no necesariamente creo que se haya diluido ese sentimiento en contra de Estados Unidos”, explica el historiador. El Escuadrón 201 en batalla Pese a las limitadas posibilidades de México, el gobierno envió un contingente fuera de su territorio: el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana. Acompañó a la 5ª Fuerza Aérea de EE.UU. en su campaña contra el imperio japonés en Filipinas.El expresidente Lázaro Cárdenas, una figura fuerte del nacionalismo, sirvió para que el gobierno tuviera respaldo popular a la guerra. A pesar de la desconfianza de la contraparte estadounidense, los pilotos mexicanos ejecutaron ataques en picada peligrosos en julio de 1945 en los alrededores de Manila. Su participación se dio a solo unas semanas de que se produjeran los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin al conflicto en Asia. “Fue una contribución mexicana en la medida de sus posibilidades”, explica Valdez. “Ellos entraron en acción de guerra, iban a combatir a los japoneses, tuvieron entusiasmo, tuvieron miedo, Estuvieron en guerra porque México estaba en guerra”, dice el historiador ante la concepción que se creó años después de que la participación mexicana fue simbólica. Aquellos pilotos mexicanos no tenían idea de que estaba por terminar la guerra del Pacífico con una operación altamente secreta para lanzar bombas atómicas.México participó en la campaña que encabezaba Estados Unidos en el Pacífico, en países como Filipinas. Pero más allá de lo que hizo el Escuadrón 201, Carrillo-Reveles destaca cómo México tuvo una contribución importante en la victoria de los aliados a través de todo el apoyo de fuerza laboral e industrial a Estados Unidos. “Contribuyen de manera muy importante a que la economía de Estados Unidos no pare y que pueda mantener incluso a flote a una Europa que está colapsada completamente”, señala. Por mucho tiempo circularon versiones sin sustento, señalan los historiadores, de que Estados Unidos fue el que hundió al Potrero del Llano y el Faja de Oro. “Hoy no hay absolutamente ninguna evidencia de que haya sido Estados Unidos”, apunta Valdez. En cambio, el tiempo mostraría que la guerra fue un momento transformador para México: “Y si se piensa, todo esto es producido por el hundimiento de un barco”.