Nacional

La demanda de México contra fabricantes y vendedores de armas en EE. UU y el estándar de complicidad empresarial por violaciones a los derechos humanos

En los litigios en curso: México c. Smith & Wesson y otros y México c. Diamondback Shooting Sports Inc. y otros, el gobierno mexicano presentó demandas civiles contra fabricantes de armas estadounidenses en Massachusetts y distribuidores de armas en Arizona por daños extraterritoriales sufridos por el Estado mexicano, en el contexto de la violencia de los cárteles. Recientemente, el juez de la corte de distrito de EE. UU. desestimó la demanda contra Smith & Wesson, y el gobierno de México ha anunciado que tiene previsto apelar esa decisión. El argumento principal de México en esta demanda de responsabilidad civil es que las empresas señaladas suministran armas con conocimiento de que serán traficadas inmediatamente por la frontera para la comisión de actos ilícitos y violentos en manos de los cárteles. Por tanto, México reclama los daños y perjuicios derivados de la facilitación del tráfico ilícito de armas. El modelo de este litigio es innovador dado que busca aclarar las normas jurídicas que permiten responsabilizar a las empresas por facilitar daños graves en un contexto transnacional.

Desde una perspectiva más amplia, los litigios de México c. Smith & Wesson, y México c. Diamondback, representan una creciente tendencia a incorporar el concepto de complicidad en el desarrollo de normas jurídicas sobre la responsabilidad de empresas. En las demandas de México, las teorías de complicidad, desde el punto de vista de contribución, son empleadas para mostrar la conexión entre las actividades de los fabricantes y distribuidores de armas, por una parte, y los delitos cometidos con esas armas en México y el daño resultante al Estado mexicano, por la otra. Aunque la complicidad es tradicionalmente un concepto de derecho penal, existen precedentes jurisprudenciales apuntando hacia la idea de que la complicidad proporciona criterios para responsabilizar a los actores corporativos tanto en asuntos civiles como penales.

Este escrito analiza la posición de México en ambos tipos de litigios, centrándose específicamente en el criterio de complicidad. También abordamos brevemente las razones (jurisdiccionales) citadas por la Corte de Boston para desestimar el caso contra Smith & Wesson. A pesar de estos obstáculos, la demanda innovadora de México contribuye al desarrollo de normas sobre responsabilidad empresarial por complicidad en violaciones graves a los derechos humanos. La naturaleza de esta coyuntura se aprecia claramente tomando en cuenta avances simultáneos en el campo de la responsabilidad de las empresas discutidos en la última sección. En particular, el derecho penal internacional, con su amplia jurisprudencia relacionada con la responsabilidad por complicidad, ofrece avenidas para perfeccionar la norma de complicidad empresarial.

Antecedentes del litigio

No cabe duda que la situación social que motiva la demanda de México —la proliferación masiva de armas ligeras en manos de los cárteles de la droga— es un problema tanto de México como de Estados Unidos. México tiene leyes estrictas sobre la posesión y portación de armas y cuenta solamente con un punto de venta que además expide menos de 50 permisos al año. No obstante, los efectos del narcotráfico han tenido un enorme impacto en la salud pública: al menos 350 000 personas han sido asesinadas y más de 72 000 siguen desaparecidas desde que el gobierno desplegó a las fuerzas armadas en la «guerra contra las drogas» en 2006. Aunque la proporción exacta del origen de las armas es discutible, está claro que la mayoría de las armas ligeras localizadas en México que han sido rastreadas proceden de Estados Unidos. Por su parte, los cárteles de la droga han inundado las calles de Estados Unidos con cocaína, heroína, fentanilo, metanfetamina y otros estupefacientes ilícitos —la mayoría de estos introducidos desde México—, cuyo consumo por los estadounidenses alcanza un valor de más de 150 millones de dólares anuales. No resulta difícil advertir que la proliferación de armas estadounidenses en las calles de México es también un problema estadounidense, ya que su “efecto inverso” aviva las llamas del tráfico ilícito de drogas en Estados Unidos.

Aunque Washington destina una gran cantidad de recursos a la cooperación con México en materia de seguridad y lucha contra el narcotráfico, poco parece haberse logrado para frenar el flujo de armas de fabricación estadounidense hacia México, que a su vez podría frenar el «efecto inverso» del narcotráfico hacia Estados Unidos. No obstante, las demandas de México c. Smith & Wesson y otros, y Diamondback Shooting Sports Inc. y otros, no pretenden abordar la problemática estadounidense, sino que se centran únicamente en los daños causados en territorio mexicano. Expresamente, México señala que no pretende cuestionar las leyes de posesión y portación de armas en EE. UU. y que reconoce la soberanía estadounidense para determinar la política social de ese país, reflejando un equilibrio entre «los intereses financieros de la industria de las armas y los derechos de las víctimas dentro de su jurisdicción» (párrafo 20 de la demanda contra Smith & Wesson).

Panorama general de la demanda de México

El 4 de agosto de 2021, México presentó su primera demanda civil, México contra Smith & Wesson y otros, ante un Tribunal de Distrito de Massachusetts. La demanda está dirigida en contra de los productores de armas: (1) Smith & Wesson Brands, Inc., (2) Barrett Firearms Manufacturing, Inc., (3) Beretta U.S.A. Corp., (4) Beretta Holdings P.A., (5) Century International Arms, Inc., (6) Colt’s Manufacturing Company LLC, (7) Glock, Inc., (8) Glock GES. M.B.H., y (9) Sturm, Ruger & Co., Inc.

México argumentó, entre otras cuestiones, que los fabricantes de armas demandados han estado «causando un daño masivo al facilitar activamente el tráfico ilícito de sus armas a los cárteles de la droga y otros delincuentes en México». En ese sentido, México sostiene que los demandados son cómplices de los delitos cometidos por los cárteles con las armas traficadas. La demanda plantea lo anterior en términos de una contribución sustancial a los crímenes de los cárteles, ya que «casi todas las armas recuperadas en las escenas del crimen en México —entre el 70 % y el 90 % de ellas— fueron traficadas desde EE. UU.» (párrafo 1 de la demanda). De acuerdo con México, los fabricantes de armas entaman su complicidad en la comisión de estos delitos intencionalmente, pues tienen muy claro que sus prácticas comerciales involucran necesariamente la promoción del tráfico ilícito de armas. En este sentido, la demanda señala que»las prácticas de distribución, deliberadamente omisas y sin criterio, ayudan y promueven el asesinato y mutilación de niños, jueces, periodistas, policías y ciudadanos comunes en todo México» (párrafo 15 de la demanda). Curiosamente, la primera demada de México se presentó en virtud de la responsabilidad civil, pero invoca elementos propios del derecho penal, como la complicidad.

Resulta interesante que la respuesta conjunta de los fabricantes demandados afirme que no se les puede imputar responsabilidad al no ser suficientemente claro el uso que el consumidor final le da a su producto. En otras palabras, por ejemplo, Budweiser -una empresa cervecera- no podría ser considerada responsable aunque sepa que algunos de sus productos se venderán ilegalmente a menores (p. 20 de la respuesta conjunta). Esta idea sustenta la habitual postura según la cual no se puede responsabilizar a los empresarios por contribuir a la delincuencia si sus productos pueden utilizarse tanto para actividades lícitas como ilícitas. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) analizó el problema de estas denominadas contribuciones neutrales en el caso Šainović et al, donde determinó que no es necesario que la contribución se dirija específicamente a un fin delictivo para obtener una sentencia condenatoria (párrafo 1649).

El 20 de septiembre de 2022, el juez Saylor desestimó la primera demanda presentada por el gobierno mexicano, México c. Smith & Wesson y otroscon base en la Ley de Protección del Comercio Legal en Armas (PLCAA en sus siglas en inglés) (véase la p. 3 de la orden de desestimación). Esta ley concede a los fabricantes y distribuidores de armas de fuego, que cuentan con licencia federal, una amplia inmunidad frente a demandas que aleguen daños derivados del uso indebido «delictivo o ilegal» de sus productos por un tercero. El juez Saylor sostuvo que las excepciones previstas en la ley PLCAA no son aplicables a la primera demanda de México. Por ejemplo, una excepción por negligencia sólo se aplica a los distribuidores y no a los fabricantes de armas (véase la p. 29 de la orden sobre la moción de desestimación). Sin embargo, el juez no se pronunció sobre si el término «delictivo o ilegal» se refiere sólo a la legislación estatal y federal de EE.UU., o si acaso también hace referencia a la legislación extranjera. México argumentó su caso invocando ambos marcos jurídicos e insistió en que la ley PLCAA no se aplica de manera extraterritorial [es decir, en territorio mexicano]1 cuando los reclamos se hacen conforme a la legislación extranjera. La primera demanda se desestimó por esta cuestión jurisdiccional y está sujeta a la inminente apelación de México.

La segunda demanda de México —presentada ante el Tribunal de Distrito de Arizona el 10 de octubre de 2022, México c. Diamondback Shooting Sports Inc. y otros— se dirige contra comercios, y en ella se alega la responsabilidad de cinco armerías en Arizona por vender armas y municiones de tipo militar a los cárteles de la droga en México mediante prácticas comerciales imprudentes e ilegales (párrafo 1 de la demanda). El argumento es que los demandados venden armas de forma imprudente, a pesar de que existe una certeza razonable de que estas armas contribuyen a la violencia de los cárteles al otro lado de la frontera. Al igual que la primera demanda de México, esta demanda es de carácter civil pero se presenta con arreglo a la Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Extorsión («RICO por sus siglas en inglés») (párrafos 12, 179 de la demanda).

DEJAR UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultural

Los ataques de la Alemania nazi que llevaron a México a entrar en la Segunda Guerra Mundial hace 80 años (y el momento transformador que generó para el país)Pero el suceso a la postre también representaría un parteaguas de una época transformadora para la sociedad y economía mexicana. “Si algo cambió la cara de México en el siglo XX, fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial”, le dice a BBC Mundo el historiador César Valdez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Y es que el hundimiento del Potrero del Llano -y otro buque más, el Faja de Oro, siete días después- llevaron al México de la preguerra, con un desarrollo lento, a industrializarse y sentar las bases de lo que hoy es un vigoroso intercambio económico con Estados Unidos. Una potencia con la que comparte frontera y que hasta ese entonces despertaba un gran sentimiento de antagonismo entre los mexicanos de la época. Los hundimientos México, al igual que muchos países de América Latina, se habían mantenido al margen de la Segunda Guerra Mundial desde que estalló el conflicto en septiembre de 1939. La postura entre los países de América Latina era de no intervención, aunque muchos gobiernos -entre ellos el mexicano- sí condenaron las invasiones de la Alemania nazi.La Alemania nazi de Adolf Hitler no mostró un plan claro para incluir a México en su bando, pero hubo algunos intentos de inteligencia. Pero el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, cambió las cosas. Estados Unidos entró en la guerra y los países del continente comenzaron a enfrentar presiones para definirse. México, siendo el país a las puertas del territorio estadounidense, estaba en una posición compleja. “Estados Unidos hace un montón de informes de inteligencia y se los manda a México. Había nombres de empresarios, de políticos, de descendientes de alemanes”, señala Valdez. En esas circunstancias se dio el hundimiento de los buques petroleros mexicanos por parte de submarinos alemanes que ya tenían presencia en aguas cercanas a los países de América. El Faja de Oro sufrió una suerte similar al Potrero del Llano: el 20 de mayo, un submarino alemán U-106 hundió al barco en el estrecho de Florida y murieron 9 de los 37 tripulantes. “El hundimiento de los barcos mexicanos no es un caso aislado”, le explica a BBC Mundo el historiador Veremundo Carrillo-Reveles, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). “Hay toda una estrategia por parte del ejército alemán por tratar de cortar todos los suministros que se están enviando, de petróleo y de otros productos básicos, hacia Inglaterra”, añade.Barcos de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia y Venezuela también fueron hundidos en el Atlántico. La declaración de guerra Ante la nula respuesta alemana a la exigencia de compensación por parte de México, el gobierno de Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso una declaración de guerra. “Se declara que, a partir del día 22 de mayo de 1942, existe un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón”, establecía el documento. “El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde se repitió el atentado frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del derecho de gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra patria”, le dijo el presidente Ávila Camacho a la nación.En los hechos, el país no esperaba ni tenía capacidad de enviar una fuerza militar al frentede batalla en Europa, Asia o los océanos, pues el ejército mexicano en realidad era muy limitado. Había unos 50.000 efectivos que no conformaban brigadas ni divisiones, y la aviación contaba con solo 25 aviones, por lo que no había posibilidades de abrir una ofensiva. La defensa del país era igual de limitada. “El país no tenía fuerza antiaérea para repeler cualquier ataque del Pacífico”, señala Valdez, pues la principal preocupación del momento era la llegada de Japón a las costas mexicanas. Si bien para EE.UU. era bueno contar con México entre los aliados, la endeble posición militar del país se convirtió en una situación de cuidado.La declaracón de estado de guerra de México se conserva en el Archivo General de la Nación de México. “Para Estados Unidos esto es terrible, porque desconfían plenamente del gobierno mexicano y de su ejército. Entonces lo primero que comienzan a hacer es a sugerirle a México que transforme determinados rasgos de sus fuerzas armadas”, explica Valdez. A través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos, EE.UU. empezó a ofrecer recursos económicos, provisiones militares y asistencia técnica para reforzar la posición de México. “México modifica totalmente su sistema de defensa, creando tres comandos: Pacífico, Golfo e Istmo. Teníamos cubierta la posible invasión japonesa por el Pacífico, resguardando el petróleo en el golfo de México, y el Istmo por la posible entrada por Centroamérica”, explica Valdez. Una lanzadera de desarrollo Además del mejoramiento militar, México vivió a partir de la entrada en la guerra un momento único de desarrollo económico que transformaría la realidad del país en poco tiempo. Y es que el país entró en una época de industrialización que en los esfuerzos de guerra era muy necesaria para proveer a Estados Unidos y los aliados de recursos. “Fue un momento crucial para la historia del siglo XX mexicano, porque se acelera tu industrialización por las necesidades de la guerra”, explica Carrillo-Reveles.El presidente Manuel Ávila Camacho encontró una punto de apoyo importante para negociar con EE.UU. al ser México un país estratégico en la región. “Entran muchísimas divisas que ayudan a que el país tenga un despegue”, añade. Además, comenzó el programa “Braceros” que permitió a decenas de miles de mexicanos trabajar legalmente en Estados Unidos, lo que dio pie a la primera gran migración a ese país. “Se van a trabajar no solo en los campos agrícolas, sino también en los ferrocarriles, en la industria”. Estados Unidos no podía permitirse que el país vecino cayera en el bando contrario, por lo que le dedicó buena parte de su atención. “Probablemente hubo cierta dosis de presión norteamericana para entrar [en la guerra]. Pero lo que no deja de llamar la atención es cómo estos políticos mexicanos aprovechan ese contexto para lanzar económicamente a México, que va a irse consolidando en los siguientes años”, señala Valdez. En los siguientes 20 años, México vivió un crecimiento económico notable que llegó a llamarse el “milagro mexicano”.Estados Unidos dio la bienvenida a miles de trabajadores mexicanos durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, “a México lo siguen viendo en el contexto internacional como un país de sombreros y pistolas”, dice Valdez. La vieja enemistad Más allá de los acuerdos políticos, entrar en la guerra no era algo popular para el pueblo mexicano. Una encuesta, de las primeras que hubo en el país, explica Carrillo-Reveles, mostraba que cerca del 70% de los mexicanos no apoyaba el que México participara en la Segunda Guerra Mundial. Y acompañar a Estados Unidos en un esfuerzo bélico era igual de impopular. En la década de 1930 se cumplió un siglo de la anexión de Texas por parte de EE.UU. y estaba por llegar el centenario de la guerra con Estados Unidos en la que México perdió la mitad de su territorio (1848). “Había un sentimiento histórico antiestadounidense muy fuerte, y también antibritánico, porque hay que recordar que después de la expropiación petrolera de 1938, Inglaterra rompe relaciones con México”, señala Carrillo-Reveles.Además, el gobierno mexicano enfrentaba inestabilidad política, tanto por los grupos opositores de los sectores de la izquierda, incluidos los comunistas, como de los derechistas, con grupos alineados a la ideología fascista. La guerra, sin embargo, fue aprovechada por el gobierno para cerrar flancos: “Surge la oportunidad de transformar el discurso de enfrentamiento político que provoca el cardenismo [del gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940] en una política de unidad nacional para los mexicanos”, indica Carrillo-Reveles. Y hubo una muy intensa campaña de propaganda gubernamental -apoyada desde EE.UU., advierte Valdez- para convencer a los mexicanos de las razones de estar con los aliados. “No hay secretaría de Estado mexicana que no haya impreso un cartel donde la bandera mexicana y la norteamericana aparezcan juntas. Pero no necesariamente creo que se haya diluido ese sentimiento en contra de Estados Unidos”, explica el historiador. El Escuadrón 201 en batalla Pese a las limitadas posibilidades de México, el gobierno envió un contingente fuera de su territorio: el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana. Acompañó a la 5ª Fuerza Aérea de EE.UU. en su campaña contra el imperio japonés en Filipinas.El expresidente Lázaro Cárdenas, una figura fuerte del nacionalismo, sirvió para que el gobierno tuviera respaldo popular a la guerra. A pesar de la desconfianza de la contraparte estadounidense, los pilotos mexicanos ejecutaron ataques en picada peligrosos en julio de 1945 en los alrededores de Manila. Su participación se dio a solo unas semanas de que se produjeran los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin al conflicto en Asia. “Fue una contribución mexicana en la medida de sus posibilidades”, explica Valdez. “Ellos entraron en acción de guerra, iban a combatir a los japoneses, tuvieron entusiasmo, tuvieron miedo, Estuvieron en guerra porque México estaba en guerra”, dice el historiador ante la concepción que se creó años después de que la participación mexicana fue simbólica. Aquellos pilotos mexicanos no tenían idea de que estaba por terminar la guerra del Pacífico con una operación altamente secreta para lanzar bombas atómicas.México participó en la campaña que encabezaba Estados Unidos en el Pacífico, en países como Filipinas. Pero más allá de lo que hizo el Escuadrón 201, Carrillo-Reveles destaca cómo México tuvo una contribución importante en la victoria de los aliados a través de todo el apoyo de fuerza laboral e industrial a Estados Unidos. “Contribuyen de manera muy importante a que la economía de Estados Unidos no pare y que pueda mantener incluso a flote a una Europa que está colapsada completamente”, señala. Por mucho tiempo circularon versiones sin sustento, señalan los historiadores, de que Estados Unidos fue el que hundió al Potrero del Llano y el Faja de Oro. “Hoy no hay absolutamente ninguna evidencia de que haya sido Estados Unidos”, apunta Valdez. En cambio, el tiempo mostraría que la guerra fue un momento transformador para México: “Y si se piensa, todo esto es producido por el hundimiento de un barco”.