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El mexicano que encuentra y devuelve las medallas perdidas y robadas de la Segunda Guerra Mundial

Image caption Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética entregó más de 12.5 millones de reconocimientos, más que cualquier otro país.

“Oye, amigo, mira aquí. ¡Bonita estrella! Cómprala, no te arrepentirás”, le dijo a Eduardo Cruz un hombre que vendía pequeños pendientes baratos en la frontera de Estados Unidos. Ese fue el momento en que Cruz vio, por primera vez, una medalla con la Estrella Roja Soviética.

Cruz, joyero mexicano, se pasea de vez en cuando por los mercados de pulgas locales, donde a menudo puede encontrar algunas verdaderas joyas entre los cachivaches.
Con 40 ºC, Cruz viste una camisa blanca de manga larga y una chaqueta negra. El hombre está listo para reunirse con un diplomático. Un par de guantes blancos sobresalen de un bolsillo, son parte de las herramientas de un joyero.
Se podría pensar que el tema de conversación será el arte, la moda o la política. Pero es algo muy diferente.
Un dolor y una tristeza terribles
“Compré mi primera medalla de guerra hace 16 años. Una estrella roja estaba en medio de un conjunto de insignias de alguacil estadounidense. Pero inmediatamente me di cuenta de que era una especie de medalla militar, porque se podía ver que se habían usado metales preciosos para hacerla”, dice Cruz.
Adquirió la medalla por US$100 y se dirigió a su casa para averiguar lo que había comprado. Resultó que la estrella podía ser revendida por cerca de cinco veces el precio que había pagado: había sido otorgada a un soldado soviético en la Segunda Guerra Mundial.
Ni Cruz ni su familia están relacionados con Rusia, la URSS o la Segunda Guerra Mundial. Pero decidió que no vendería la medalla.
“Cuando descubrí que era una insignia militar, sentí un dolor y una tristeza terribles. Decidí encontrar al soldado al que pertenecía y devolvérsela”, dice Cruz.
La búsqueda resultó ser mucho más difícil de lo que el mexicano jamás imaginó. Solo y sin saber ruso, comenzó a buscar personas que pudieran ayudarlo a encontrar al dueño.
Así, el joyero conoció a una decena de personas en todo el mundo que respondieron a su solicitud.
Ahora, ellos compran -a sus expensas- insignias y medallas de los soldados soviéticos galardonados en la Segunda Guerra Mundial, luego buscan a sus familiares y les devuelven las medallas.
A veces tardan años en la búsqueda de los familiares.

Vendiendo hazañas heroicas

Es imposible decir exactamente cuántas condecoraciones de la Segunda Guerra Mundial están ahora en colecciones privadas, pero deben ser miles.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética entregó más de 12,5 millones de reconocimientos, más que cualquier otro país.
“Una gran cantidad de condecoraciones se subastaron en los ‘febriles años 90’. A menudo los veteranos vendían sus medallas para sobrevivir. Es terrible: sobrevivieron a la guerra y luego vendieron sus condecoraciones simplemente porque no había nada para comer”, dice Igor Nakhodkin, jefe de una organización de voluntarios cuyos miembros ayudan a excavar los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial en busca de soldados caídos.
Desde hace varios años, Nakhodkin ha ayudado a Cruz a devolver medallas a Rusia.